Derechos de los niños, desde nuestra perspectiva.
Por Paula Serrato García.
Como adolescentes en México con acceso a información con solo darle clic a la pantalla, surgen muchas dudas, surgen muchos miedos. Las noticias nos muestran terribles acontecimientos a diario, y aunque nos duele y atormenta, los presenciamos desde la distancia y el privilegio.
Como adolescentes e incluso niños, se nos han inculcado muchas precauciones e ideas acerca de cómo cuidarnos, como cuidar nuestros cuerpos, nuestras mentes y nuestros derechos. Desafortunadamente, a pesar de estar atentos a nuestro alrededor, la mayoría no conocemos qué derechos son los que hace falta respetarse ni como asistir a aquellos quienes sufren de opresión y violencia.
¿Qué es un derecho?
Desde la infancia se nos repite esta palabra y conforme vamos creciendo se le han dado distintos significados, desde pequeños la escuchamos en la televisión, dentro de un arresto, una plática familiar y diversos aspectos de la vida diaria. Un derecho es una norma o instrumento para que cada parte de esta sociedad pueda funcionar adecuada y justamente.
Por lo pronto me mantendré involucrada en los derechos humanos, y más tarde mucho más específico, en los derechos de los niños. Es simpático, todos somos humanos sin embargo no todos estamos al tanto de los derechos que conlleva el simple hecho de haber nacido humano. Se nos reconoce como seres que merecen apoyo y conciencia alrededor de una vida digna y de completa autorrealización y crecimiento en paz.
Este país no respeta los derechos humanos y lo podemos asegurar tengamos 15 o 40 años. Nos enteramos de desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, grupos civiles tomando armas, proliferación de fuerzas privadas de seguridad, casos de tortura y de violencia que quedan impunes. Escuchamos acerca de homicidios y feminicidios diariamente, nos enseñan a guardar el teléfono y no andar solos dentro de una zona establecida peligrosa, normalizamos estos cuidados especiales, que son necesarios por el simple hecho de ser humanos.
Este país demuestra el mayor número de violencia dentro de áreas de alta pobreza, áreas en donde la gente es marginada y no tiene acceso a una educación viable o a un servicio médico competente. ¿Qué estamos haciendo mal?
Ahora bien, después de entretenernos un poco acerca de cómo los derechos humanos, habiendo tantos, están siendo ignorados y de qué forma la crueldad de las figuras de poder han creado un país desigual e injusto, podemos tocar el tema de los derechos de los niños.
Los derechos de los niños se manejan y crean de manera diferente a los derechos humanos, tanto los niños como adultos merecen libertad, justicia, paz y los mismos derechos sin importar de la raza, el color, sexo, idioma, religión, opinión política o de otra índole, origen, posición económica, etc.
Se le reconoce como “niño o niña” a cualquiera con 18 años o menos, y los derechos escritos hacia el niño involucran todo tipo de protección para el infante, pero ¿Cómo los derechos humanos y de los adultos?
Yo soy una niña de 16 años y hasta hace poco pude comprender un poco más acerca de mis derechos e investigar la manera en la que este país les falta al respeto.
Un niño debe de crecer en un ambiente armonioso, feliz, amoroso y comprensivo para tener un sano desarrollo y así estar preparado para la vida independiente, así como educarse dentro de un ideal de paz, dignidad, tolerancia, libertad, igualdad y solidaridad. Un niño debe de estar protegido de la discriminación. ¿Ya cuántos casos conoces que rompen con estos derechos?
El pasado 6 de junio, Juan, un niño indígena de 14 años que cursaba la secundaria en la escuela Telesecundaria Josefa Vergara, fue atacado y quemado por sus compañeros después de varios meses de agresiones por parte de sus compañeros y profesores. La protección hacia los niños de la discriminación no es solo un principio ético, sino, un derecho escrito. El derecho de Juan a la salud y un apto desarrollo académico y personal no ha sido cumplido.
Los adolescentes con acceso a redes sociales y con poco entendimiento acerca de que el internet puede ser perjudicial y que cualquier foto, video o comentario, puede quedarse para siempre, sufren asiduamente esta falta de cumplimiento a los derechos igualmente. Los casos de “pornografía infantil” son muy comunes dentro de los extensos círculos sociales gracias a la inseguridad del internet y el mal uso de éste. La filtración de fotos íntimas está protegida por la ley Olimpia, sin embargo, aun sucede y rompe con el derecho en contra de cualquier espectáculo pornográfico.
México sufre de explotación laboral y económica infantil, tráfico de blancas, reclutamiento de menores dentro de fuerzas armadas, donde se les enseña a asesinar desde pequeños a la par que se les inducen drogas, pero no es necesario ir tan lejos. Estos casos son mucho más cercanos de lo que los medios aparentan y no contribuyen al conocimiento de nuestros propios derechos. Hablo desde mi privilegio, al tocar temas como la explotación, ya que ni yo ni las personas alrededor de mi somos propensas a sufrirlo, pero es necesario informarnos, conocer que pasa dentro de nuestro propio país y como los niños pueden llegar a sufrir a causa de un sistema lleno de impunidad y fallas.
Empezar a comprender cómo nuestros derechos se pueden alterar y como han sido comprometidos a lo largo de nuestra vida es un paso adelante gigante. Una vez determinada la situación en la que nos encontramos, y en la que se encuentran aquellos niños viviendo en las afueras de las ciudades podemos alzar nuestra voz, como niños que merecen y tienen el derecho a ser escuchados y apoyados.
Nuestra edad no nos quita derechos, relevancia, o una voz que pueda inducir un cambio en contra de aquellos errores que cometieron los adultos y ahora nos cuestan a nosotros, desde el cambio climático al incumplimiento del sistema y leyes. Percibamos las inmoralidades que nos rodean y comencemos a transformar y moldear la forma de vida que permite acontecimientos que no respetan nuestros derechos y pueden llegar a damnificar más de lo imaginable. Todavía más de 4 millones de personas en México son analfabetas, utilicemos nuestro privilegio de lectura, aunque
parezca insignificante para continuar informándonos y poder manifestarnos por aquellos niños que no pueden hacerlo.